Carlos Ramírez.-
La victoria del tecnócrata derechista Emmanuel Macron sobre
la ideóloga ultraderechista Marine Le Pen envió un mensaje nada agradable: el
fin histórico de la izquierda socialista. Y de las cenizas del socialismo ha
nacido el populismo como la forma ideológica de complacer al pueblo, ya sea
desde la derecha como de la izquierda.
Después del desmoronamiento del Muro de Berlín y de la
desintegración de la Unión Soviética, el socialismo entró en una fase de
depresión moral. Pero he aquí que el intelectual conservador Francis Fukuyama
que anunció el fin de la historia en 1989 con la victoria del capitalismo, años
después, en 2004, dijo que la única forma de llegar a un equilibrio funcional
del sistema productivo era con la intervención del Estado en la regulación de
las relaciones entre las clases sociales.
Así, el socialismo pasó a ser estatalidad, que para el caso
es lo mismo: sólo el Estado es la institución capaz de regular el
funcionamiento del modo de producción, a fin de encontrar el justo medio del
reparto de la riqueza producida socialmente, pero ahora para regular extremos
sin modificar el mecanismo de explotación obrera.
Este año de 2017 se recuerda el 150 aniversario de la
publicación del tomo 1 de Das Kapital, de Karl Marx, donde fijó el espacio científico-social
del funcionamiento del capitalismo: la disputa por la riqueza vía salarios y
utilidades era el motor de la historia.
La elección de Macron en Francia mandó a las izquierdas
socialista y comunista a los lugares fuera de posibilidad de influir en el
rumbo de la nación. En 1973, en la euforia del eurocomunismo ajeno a Moscú, el
Partido Socialista Francés y el Partido Comunista Francés firmaron el programa
común para gobernar desde el socialismo de izquierda. En 1981 el socialista
Mitterrand llegó a la presidencia por dos periodos de siete años cada uno, pero
antes de terminar su primer ciclo firmó con el Fondo Monetario Internacional y
enterró al socialismo bajo la avalancha del capitalismo.
Macron tuvo los votos de la izquierda en la segunda vuelta
para gobernar desde la derecha. En Europa el Estado de bienestar ha arriado sus
velas en España, Portugal, Grecia, Inglaterra, Francia, Italia y Alemania, en
aras de una estabilidad macroeconómica que hasta ahora no se ha atrevido a
tocar las utilidades corporativas.
Para ruborizar a Marx en su tumba, la izquierda se hizo
populista, que no es otra cosa que una manipulación de las clases populares
para garantizar la vigencia del capitalismo y
la apropiación de la riqueza en las utilidades empresariales. Macron va
a gobernar Francia con el voto popular para beneficiar a los empresarios.
El aniversario 150 del tomo I de Das Kapital podría ser la
última oportunidad de la izquierda socialista para encontrar una identidad. En
México el Partido Comunista Mexicano quedó hecho cenizas en el PRD y de esas
cenizas salió el populismo lopezobradorista retro-pos priísta. Pablo Gómez
Alvarez, el último comunista del PCM y líder de la Juventud Comunista en el 68,
ya firmó con Morena.
México ha llegado, como la URSS en 1989, al final de la
historia: todo es territorio PRI, ahora renaciendo de sus cenizas como Morena
populista. Como en Francia, en México gobernará el populismo lopezobradorista
para los intereses de los empresarios.
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