José Luis Sampedro escritor, economista y humanista español decía que tocar
fondo, aun en la amargura y la degradación, es donde uno llega a saber quién es
y donde se empieza a pisar firme. Cuando una persona vive esta situación, no
logra entender por qué se encuentra en un estado de inutilidad, donde las
tareas que anteriormente se realizaban con facilidad en esos momentos se tornan
gigantescas, pocos entienden su estado y salir de él para muchos resulta algo
imposible. A continuación se comparte una experiencia y se da una alternativa
para aquellas personas que necesitan de otros para salir de un:
FONDO EMOCIONAL
Llevaba varios días sin poder dormir, no podía estar en el trabajo, solo quería salir aunque no sabía a dónde, sentía mucha angustia
y desesperación. Un día me enteré que mi esposo tenía otra familia, sentí unos
celos enormes, comencé a revisar el carro, su cartera, olía su ropa para ver si
tenía perfume de mujer, de solo imaginarlo, sentía deseos de salir a buscarlo,
muchas veces lo hice, dejaba solos a mis hijos pequeños, no les ponía atención,
no sabía si ya habían comido o no, lo único que me importaba era mi esposo.
Al poco
tiempo empecé a sentir malestares, mi presión aumentó, después empecé a sentir
dolores muy fuertes en la vesícula, la cual tuvieron que quitarme, me sentía
muy mal de ver que pasaba de una enfermedad a otra, hasta que un día me dijeron
que tenía cáncer de mama, pasé el proceso de las quimioterapias, no soportaba
los dolores, quería morirme, odiaba todo, me sentía más fea que nunca y me
preguntaba ¿Por qué a mí? Durante este proceso uno de mis hijos se
empezó a convulsionar, los otros temían lo peor porque ya no quería seguir mi
tratamiento, pues era muy doloroso asistir a las quimioterapias, me dormía
sentada, no podía levantar la cabeza o hacía un esfuerzo sobrehumano para poder
lograrlo. El oncólogo me recomendaba cuidar mi alimentación y tomar mis
medicamentos, sin embargo me costaba mucho trabajo hacerlo. De nuevo volví a
padecer de insomnio, pesadillas, sentía dolores muy fuertes en la cabeza, las
piernas y en los ojos. Comencé a ver
borroso y sentía un gran miedo a quedarme ciega.
En mi desesperación acudí a especialistas de la
conducta, me daba cuenta que me era imposible tomar las riendas de mi vida por
mi propia cuenta, sin embargo todo
seguía igual. Un familiar que es integrante del Movimiento Buena Voluntad 24 horas de Neuróticos Anónimos me invitó
a asistir a las juntas de recuperación, recuerdo que llegué muy mal, no podía permanecer sentada, me sentía física
y emocionalmente mal.
A través de asistir todos los días a la agrupación,
poco a poco llegó la tranquilidad, empezaron a desaparecer esos síntomas, empecé
a dormir otra vez, a pesar de la terrible enfermedad física que padecía en ese
momento, el dolor del tratamiento disminuyó y poco a poco encontré fortaleza
para seguir adelante. Actualmente de manera constante acudo a checarme con mi médico,
hábito que nunca le tome importancia, vivo de una manera diferente. Todo ha
quedado atrás. Permanecer en la terapia que brinda el Movimiento Buena Voluntad
24 horas de Neuróticos Anónimos me permite desenvolverme en mi trabajo y
disfrutar de mis seres queridos.
Anónima
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