Pablo Hiriart.-
¿Por qué la izquierda mexicana no condena la barbarie del
gobierno de Maduro contra su pueblo? Es la pregunta que circulaba ayer en redes
sociales.
No lo hacen porque el proyecto que implementó Chávez y continúa
Maduro en Venezuela es el mismo de López Obrador para México. Y también de un
sector del PRD.
Están de acuerdo en la política económica que consiste en
quitar a unos para dar a otros.
Coinciden en la estrategia de organizar a la gente pobre
–que ha aumentado con el chavismo– beneficiaria de programas sociales, para
enfrentar a los ‘mafiosos’, ‘escoria’ y ‘burgueses’ de la oposición.
No tienen inconveniente en que se usen a venezolanos
‘buenos’ para enfrentar a venezolanos ‘malos’, porque eso es lo que quieren
para México.
Lo hacen a diario en redes sociales. Y lo harán físicamente
cuando tengan el poder.
Ayer cientos de miles de venezolanos salieron a las calles a
protestar por el golpe de Estado del Tribunal Supremo de Justicia que asumió
funciones que corresponden al Poder Legislativo, es decir la Asamblea Nacional.
Ninguna condena ha habido de la izquierda mexicana (AMLO y
PRD) hacia ese acto golpista del chavismo venezolano.
Al contrario, hace una semana el asesor de López Obrador,
John Ackerman, se jactaba en un artículo periodístico que en Venezuela había
mucho más democracia que en México.
Eso es lo que ellos entienden por democracia: echar a los
oficialistas encima de los opositores para amedrentarlos físicamente.
Los comandos chavistas que intentaron impedir la marcha
opositora de ayer, abrieron fuego y mataron a Carlos Moreno, de 17 años, de un
balazo en la cabeza. El estudiante no iba a la manifestación, sino a jugar
futbol y le llegó el disparo.
También mataron a Paola Ramírez, de 23 años, quien perdió la
vida cuando las hordas motorizadas de Maduro dispararon contra ella y la
asesinaron mientras se retiraba de la protesta.
“Poca sangre y mucho terror”, es la estrategia de autoría
cubana que aplica el chavismo venezolano en contra de los opositores.
Con ello se busca amedrentar a quienes disienten del
régimen, y es lo que se niegan a condenar López Obrador y sus seguidores en
México porque eso quieren para nuestro país.
Decía el asesor de AMLO en su artículo que en Venezuela
existe “una vigorosa separación de poderes”.
Eso es lo que entienden como ‘separación de poderes’. Un
Poder Judicial controlado por el Ejecutivo y que se usa para aplastar a la
representación nacional expresada en el Congreso.
De hecho cuando López Obrador fue jefe de Gobierno del
Distrito Federal, en dos ocasiones mandó tomar por la fuerza la Cámara de
Diputados para impedir que se votaran resoluciones que no le gustaban al
mandatario capitalino.
(La orquestación de las tomas están grabadas y fueron
noticia, cuando se coordinaban Martí Batres desde la secretaría de Gobierno
local y Alejandra Barrales en la Cámara).
Igual a lo que hace Maduro en Venezuela. Usa al Poder
Judicial –que controla– para inhabilitar al Poder Legislativo que iba a
convocar a un referéndum revocatorio.
Y si la oposición protesta contra esa medida, les echa
encima a sus hordas de golpeadores para amedrentarlos.
Ahí no hay democracia. Lo ha dicho la OEA, lo dijo México de
manera contundente.
Sin embargo, aquí, la izquierda se niega a condenar la
barbarie del régimen de Maduro por una sencilla razón: es lo que quieren para
nuestro país.
Sobre aviso, no hay engaño.
Twitter: @PabloHiriart
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