Rubén Cortés.-
Tiene poca lógica la percepción de que la captura de Javier
Duarte es una medida electorera del partido en el gobierno para levantar las
campañas de los candidatos priistas en las gubernaturas del Edomex, Coahuila y
Nayarit, y las alcaldías en Veracruz.
¡Por favor! A ningún partido le beneficia que sean exhibidos
sus corruptos. Así que, para el PRI, la caída del exgobernador de Veracruz ha
venido a ser un batacazo mucho más fuerte de lo que lo era mientras se
encontraba prófugo.
Después de seis meses de haberse esfumado, Duarte estaba
siendo un espectro, una denuncia cansina de la oposición, una cadena de
desfalcos por montos que ya escapaban a la imaginación de las personas comunes
por ser tan altos, una mención en medios. Vamos, hasta se pensó estaba muerto.
Pero, ya capturado, Duarte se convierte en un símbolo
tangible de la corrupción del PRI, en noticia de todos los días mientras duren
las actuales campañas: un lapso que, para más, coincide con el periodo que debe
durar el proceso de extradición.
Es decir: en las actuales campañas Duarte hacía menos daño
al PRI estando prófugo que capturado. Ahora van a adquirir connotaciones
todavía más indignantes las repeticiones de las noticias sobre sus grandes
estafas, sus dinerales, sus ranchos, la impunidad con la que actuó durante seis
años.
Mucho más si se tiene en cuenta que su caída se produce a
pocos días de la de otro exgobernador priista, el tamaulipeco Tomás Yarrington,
y de que existe una orden de búsqueda y captura contra el exgobernador de
Chihuahua César Duarte.
Por eso tiene de todo, menos lógica, la creencia de los
opositores al partido en el gobierno acerca de que Duarte es un chivo
expiatorio para el partido en el gobierno. Porque, en todo caso, lo que hace
pensar es que lo que querían era que Duarte… no fuera detenido.
Tampoco tiene mucha lógica la suposición de que el
electorado que piensa que el PRI es corrupto, dejará de creerlo sólo porque un
corrupto ha sido capturado. Considerarlo es, cuando menos, un insulto a la
inteligencia y al sentido común de los ciudadanos.
Más bien, a quien beneficia la captura de Duarte es al PAN,
el partido que más bandera ha hecho de la lucha contra la corrupción, y el
único al que había tocado pagar el muerto político de un exgobernador
encarcelado, el de Sonora Guillermo Padrés.
Y, dentro del PAN, al actual gobernador de Veracruz, Miguel
Ángel Yunes, el más feroz denunciante de los hechos de corrupción de Duarte y
quien va a capitalizar como suya esta captura. Tanto, que lo convierte en un
presidenciable fortísimo.
El principal ganador es Yunes.
Twitter: @ruben_cortes
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