Carlos Ramírez.-
Está científicamente comprobado que el PRI es el único
partido que se tropieza muchas veces con la misma piedra, aunque también hay
evidencia comprobable que el problema no es la piedra sino el partido.
Sumido en la corresponsabilidad por las acusaciones del
gobierno de los EE.UU. y la PGR contra el exgobernador tamaulipeco Tomás
Yarrington Rubalcaba, ahora el PRI tiene que encarar el señalamiento de su
culpabilidad en la designación del gobernador nayarita Roberto Sandoval, cuyo
fiscal fue arrestado en los EE.UU. y está siendo procesado por narcotraficante.
El PRI debe dar la cara por los gobernadores, alcaldes,
diputados y funcionarios que están acusados de actividades delincuenciales. Y
en Nayarit ahora con mayor razón porque el candidato del PRI a la gubernatura,
el senador Manuel Cota Jiménez, salió del grupo político de Sandoval y por su
influencia Sandoval le sucedió en la presidencia municipal de Tepic en el 2008.
El PRI es corresponsable de la selección de candidatos y
debe dar cuentas de ello. La camada de gobernadores en problemas judiciales
--Javier Duarte, César Duarte, Roberto Borge y Rodrigo Medina-- fueron hechos
candidatos por Beatriz Paredes Rangel al frente del PRI. Yarrington salió candidato
en 1998 bajo la primera dirección priísta Nacional de Mariano Palacios Alcocer
y Andrés Granier de la segunda etapa de Palacios en el PRI en 2007. Y Humberto
Moreira y Eugenio Hernández, señalados --no acusados-- por cercanías con el
narco fueron hechos candidatos por Roberto Madrazo en el PRI.
Con excepción de Yarrington que ganó la candidatura a
gobernador y ya con señalamientos de relaciones con el narco como alcalde de
Matamoros durante la presidencia de Zedillo, los demás salieron candidatos cuando
el PRI no tenía la presidencia de la república.
Este dato es mayor porque señala que los doce años de
presidencias panistas el PRI quedó al garete y muchas élites priístas locales
se articularon a bandas del crimen organizado. Pero el regreso del PRI a Los
Pinos con Enrique Peña Nieto careció de un proceso de revisión de alianzas, a
pesar de que en medios y pasillos del poder se señalaron algunos casos
significativos.
Después del arresto de Yarrington en Italia y de Duarte en
Guatemala, el PRI está obligado a rendir responsabilidades políticas de esos
personajes porque la corrupción del poder no nace in vitro, sino que se incuba
precisamente en el poder político. En la campaña del 2012 Peña Nieto elogió a
los dos Duartes, a Borge y a Medina y son los que hoy están procesados por
corruptelas como gobernadores. Y si bien es cierto que Peña Nieto no los
fabricó, sí los puso como ejemplo de una nueva generación de políticos priístas
que salió peor que las anteriores.
Nayarit será una prueba para el PRI: si Sandoval sigue al
frente del gobierno a pesar de que su fiscal está procesado por narco y si el
candidato sandovalista a gobernador no ofrece elementos comprobables de
deslindamiento, el PRI se seguirá hundiendo ya no en la corresponsabilidad sino
en una franca complicidad con políticos señalados de relaciones con el crimen
organizado.
La apuesta del PRI en casos de políticos delincuentes --no
sólo por narco sino por corrupción-- descansa en la inconciencia de la sociedad
que sigue votando por los priístas, aunque muchos a la larga caigan en la
cárcel o hasta que la oposición explote electoralmente esos expedientes.
Los políticos corruptos no castigados serán clave en las
presidenciales del 2018.
Política para dummies: La política es la sensibilidad especial para oler la cercanía de la policía.
Sólo para sus ojos:
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AM en la Ciudad de México. El archivo de programas pasados en
indicadorpolitico.mx. Y puede escucharlo en vivo por dispositivos móviles en
cualquier parte del mundo a través de www.extasisdigital.mx y de
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Los expertos en casos policiacos con político adelantan que
Javier Duarte va a respetar la ley de la omertá o el código de silencio
mafioso: no contar nada, aguantar el castigo y poner a salvo a familiares.
En círculos políticos analizan las elecciones de gobernador
de este año y las presidenciales y estatales del 2018 en la lógica del efecto
junio 2016, cuando el PRI mantuvo en el poder a gobernantes acusados de
corrupción y las denuncias en su contra atizaron el voto a favor de la
oposición.
En el Congreso del Trabajo eligieron nuevo presidente sin
hacer elecciones y, peor aún, sin avisarle al ganador. Así se las gasta el
sector obrero del PRI.
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