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Ok, pero quien ofendió fue Netanyahu


Rubén Cortés/La Razón


No hay que regatear el éxito de la diplomacia mexicana en la disculpa de Israel por el dicho doloso del primer ministro Benjamín Netanyahu alabando lo que considera bondades del muro que piensa levantar Trump con México.

Pero tampoco hay que olvidar que quien ofreció la disculpa fue el presidente de Israel, Reuven Rivlin, cuyo puesto es equivalente al de vicepresidente en Estados Unidos: tiene competencias muy limitadas y ejerce una función más bien protocolaria.

En cambio, se negó a hacerlo Netanyahu, quien en su condición de primer ministro es la persona que ostenta el puesto con facultades de toma de decisiones y de gobierno equivalente al de Presidente en México. Netanyahu se plantó en sus trece diciendo que la prensa malinterpretó sus palabras.

“El presidente Trump está en lo correcto. Yo construí un muro en la frontera sur de Israel. Paró toda la inmigración ilegal. Gran éxito. Gran idea”, escribió Netanyahu. Y Trump nunca ha hablado de ningún otro muro que no sea el que quiere construir frente a México.

Pero con la cobardía que denota en sus órdenes de bombardear a niños en Gaza, Netanyahu dijo que “no hice comentarios sobre las relaciones entre EU y México. Los medios de izquierda están lanzando un diluvio de mentiras sobre eso. Me referí al muro en el Sinaí”.

Y con similar pusilanimidad se negó a llamar al presidente de México para ser él quien se disculpase. Prefirió lisonjear a Trump antes de su visita oficial del 15 de febrero a Washington, a cuidar la relación con un país como el nuestro, con una comunidad judía de casi 70 mil activísimos miembros.

Al final, el contencioso fue resuelto de manera razonable, aunque debe quedar como experiencia que en el ríspido entorno actual para México debemos ser más enérgicos, aun cuando la diplomacia es el arte de la mesura, de encontrar soluciones allí donde otros encuentran problemas.

Es preciso insistir que cuando el país está siendo agredido (y Trump está agrediendo a México, y Netanyahu agredió a México) no se puede dar el lujo de permitir la primera falta grave si no quiere ser víctima lamentable de la última.

La verdad es que México debió machacar para que la disculpa proviniese del primer ministro, el autor de la ofensa, en lugar de un funcionario de competencias muy limitadas y que ejerce una función más bien protocolaria.

Sí, por muy Jefe de Estado de Israel que en el papel aparezca Reuven Rivlin, en lo cual teóricamente se equipara al que ejerce aquí Enrique Peña. Porque, no juguemos con las palabras: ¿Quién hace las visitas de Estado por Israel?, ¿quién ordena los bombardeos a Gaza? Netanyahu.

Pues él debió disculparse.

Twitter: @ruben_cortes