Por: Ignacio Alvarado Álvarez/nwnoticias.com
En dos décadas, los
ciudadanos se vieron inundados con imágenes que dan cuenta de los efectos del
TLCAN: éxodo, violencia, miseria, contaminación, pandemias. En ese contexto, el
muro de Trump está concebido para demoler el sistema económico que, de aquel
lado, tiene su propia cuenta de marginados. De ello habla para Newsweek en
Español Andrés Barreda, garante del Capítulo México del Tribunal Permanente de
los Pueblos.
ANDRÉS BARREDA ha llegado
sin alardes promocionales a la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma
de Coahuila para hablar de la Audiencia Final,el documento que resume los
trabajos del Tribunal Permanente de los Pueblos en México, del que es uno de los
garantes. Lo que dirá a los futuros economistas que acuden a escucharlo es un
contraste al manual del liberalismo con que se les educa. En el lado oscuro de
la luna que llega a mostrarles, México no es la nación que araña los bordes del
mundo desarrollado gracias a los tratados comerciales firmados las últimas dos
décadas, comenzando por el de América del Norte, sino el territorio en el que
se fraguó un modelo que terminó por devastarlo todo.
En menos de un cuarto de
siglo el país generó la migración más numerosa de la historia, con veinte
millones de individuos desplazándose hacia Estados Unidos. En esa procesión
brutal se enmarcan los males posteriores: masacres, desaparecidos —“como una
pintura que escurre desde la frontera norte hasta la frontera sur, como en un
muro”, comparte Barreda la imagen—. Se desata también la mayor violencia contra
las mujeres que se registra en el mundo, se pulveriza el salario de los
trabajadores, el campo queda devastado, la contaminación alcanza al aire, la
tierra y el agua. La agricultura, con una antigüedad de 10 000 años, se reduce
a casi cero. “Y todo esto fue planeado con dolo”, matiza.
Economista y sociólogo
doctorado por la Universidad Nacional Autónoma de México, Barreda está
convertido en uno de los principales críticos del modelo neoliberal. Sus
lecturas sobre el huracán provocado por Donald Trump reposan en los efectos
banalizados por los defensores del TLCAN y ponen en perspectiva las acciones
emprendidas por el nuevo presidente de Estados Unidos.
“Hablemos de Trump como el
empresario que quiere cambiar el paradigma económico”, dice en entrevista con
Newsweek en Español tras la presentación en la Facultad de Economía de la UAC.
“Tiene razón en tratar de frenar el flujo migratorio porque es uno de los
pilares de la acumulación, absolutamente salvaje e inmoral, que ha practicado
el clan de los empresarios ganadores del libre comercio. El juego del libre
comercio es de superexplotación, del despojo, del saqueo, de la destrucción de
la soberanía demográfica, de la demografía territorial, de la soberanía
militar, de la soberanía industrial, de la soberanía ecológica. ¿Y cómo montas
todo eso? Destruyendo el tejido social, estableciendo un escenario de economía
criminal”.
—En ese sentido, el
levantamiento de un muro, cuando la migración indocumentada registra una tasa
cero desde 2012, ¿qué propósito tiene?
—Lo que emblematiza —más
allá de si lo logra o no— es un golpe medular a una de las dos piernas del
Tratado de Libre Comercio: la libre circulación de capitales y mercancías. Pero
hay que decir que se trata de un capital que viene a explotar la mano de obra
mexicana y la naturaleza del país. Que establece la venta de sus artículos y
hace de México un pueblo diabético. Ahora tenemos una pandemia de cáncer y de
enfermedades degenerativas del sistema inmunológico como resultado de esa
invasión de mercancías.
El otro lado es el flujo de
la mano de obra. Ellos son un pueblo de migrantes, pero no en el sentido que lo
dicen, sino uno que ha contrapuesto a un grupo de migrantes contra otro grupo
de migrantes. Tienen 200 años perfeccionando esa maquinaria. La última jugada
maestra que realizaron fue meter a 35 millones de latinos para socavar a todos
los trabajadores que hasta entonces tenían derechos. No podrían haberlo hecho
hasta el punto que lo hicieron si no meten a esos veinte millones de mexicanos.
Por eso era fundamental que no tuvieran derechos, que fueran ilegales.
—Hablas de fenómenos
subyacentes, como la violencia, producto de este modelo de economía. ¿Vale
citar como referencia lo que ocurre en, digamos, Oriente Medio?
—Los comportamientos
criminales del noreste me resultan extraordinariamente análogos, me parece que
están siguiendo el mismo manual que Daesh, en Siria. O sea, me parece ya un
comportamiento normal: córtese en pedazos, descabécese, exhíbase teatralmente
el descabezamiento, indúzcase el terror. Dicen que Hillary Clinton está detrás
de Daesh. Y digo: “Ah, cabrón, pues la Hillary Clinton es quien está detrás del
terror que se introdujo en México”.
—El éxodo y la violencia,
pensados como parte de un diseño doloso, no es algo que se vincule desde el
estamento político. Por el contrario, personifican en Trump el peor de los
males. ¿Cómo explicas esta actitud uniformada desde la élite mexicana?
—Donde hay que meterse es
adonde nadie se ha metido: la caracterización del tipo de capital que
representa Donald Trump.
“Se hacen referencias muy
tontas, muy superficiales sobre el tipo de capitales que están detrás. Desde
que ganó las elecciones, el 8 de noviembre, me he dedicado a tratar de analizar
este fenómeno.
“Se dice que Trump
representa los grandes intereses petroleros y que por ello puso de secretario
de Estado a Rex Tillerson. Yo creo que esa es una aproximación mala. Rex
Tillerson no es billonario, no es Rockefeller, no es el dueño histórico de
ExxonMobile; es un millonario, es un empresario de baja estofa, es uno de los
numerosísimos accionistas de ExxonMobile que se lanzó a defender los intereses
de este tipo de accionistas, que concursó por la dirección de la empresa y que
cuando concursó se confrontó con Rockefeller.
“Es un tipo de capital muy
parecido psicológicamente, en magnitud, en política empresarial, a Donald
Trump.
“Si tú examinas el gabinete,
del que luego todos dicen que es empresarial, cuando lo ha sido desde la
segunda mitad del siglo XIX, puede entenderse lo que sucede. Se argumenta por
igual lo de Goldman Sachs. Sí, de Goldman Sachs hay tres representantes, pero
con Barack Obama la mitad del gabinete era de Goldman Sachs. Que incorporen a
tres quiere decir que están bajando de 15 representantes de Wall Street a tres.
Y lo haces porque justamente los vas a embarcar en que se comprometan con los
acuerdos colectivos.
“Que están los militares,
bueno, pues la pregunta también es: ¿cuándo no? El resto son empresarios
pequeños que nomás son millonarios. Tener 100, 300, 400 millones es ser un
capitalista bastante pobre. El propio Trump es dueño de 3000 millones de dólares.
No es Carlos Slim, no es Warren Buffett, no es Bill Gates. Esos son dueños no
de 3000 millones de dólares, sino de 70 000, 80 000, millones de dólares.
“Los integrantes del nuevo
gabinete no son billonarios. Son los dueños de las cadenas de restaurantes, de
las empresas de infraestructura que no han recibido proyectos de inversión en
décadas. Se están cayendo los puentes, los puertos, todo se está pudriendo en
Estados Unidos. Los megacapitales de los que hablamos sacaban el 40 por ciento
de sus ganancias de China. En 2012 los chinos cerraron la llave. ¿A dónde se
podían ir? Lo único que les quedaba bien seguro era México”.
—¿Tiene medición el cambio
que sucede tras el proteccionismo ejercido en China?
—Desde luego. México ha
recibido una inversión fenomenal a partir de ello. Estos capitales que llegan a
México crean el momento de mayor auge. La industria trasnacional en México
venía creciendo muy bien, ya era el octavo productor mundial de automóviles y
el cuarto exportador mundial, y pasó al tercero. La meta era en 2020
convertirnos en el segundo exportador mundial de autos del planeta, ¡madre de
dios! Y la otra meta era, terminando Enrique Peña Nieto, convertir el país en
el octavo productor mundial de componentes de aviación.
“La idea de usar a México
cuando China se acaba, evidentemente hace que México se vuelva un paraíso de
inversión. Es el periodo en que ocurre el asesinato de Acteal. Y tras ello,
escándalo tras escándalo. En México puede ocurrir lo que sea, absolutamente lo
que sea, nuevas masacres… fue lo que ocurrió.
“El juego del libre comercio
es un juego de superexplotación, del despojo y del saqueo”: Andrés Barreda.
Foto: Brenda Cruz/NW Noticias.
—Con el advenimiento de esta
suplantación de sistema, ¿qué quedará de México, cómo visualizas el futuro
social del país?
—No tengo claro qué va a
pasar. En primer lugar, porque no tengo claro hasta dónde va a llegar Trump.
Pero tengo claras algunas cosas. Como que se empieza a desvanecer la neblina en
ciertas zonas. Pienso que el momento actual es un momento privilegiado porque
se ven cosas que no se veían.
“Desde que elaboré la tesis
sobre Chiapas me percaté de que había un conflicto muy fuerte entre el capital
que encarnaban los demócratas y otro tipo de capital que encarnaban los
republicanos. Al Gore hizo toda su campaña desde el Valle del Silicón. Lo que
tenía que ver mucho con que Bill Clinton, gobernando, organizó todo el complejo
militar de Estados Unidos.
“Cuando le dan golpe de
Estado a Al Gore —le hacen fraude electoral en Miami—, está claro que lo que
viene es el viejo capital dominante del siglo XX, que es el petróleo o, para
decirlo con mayor precisión, el capital del lobbypetrolero, que no solo son los
productores de crudo, sino también las automotrices, que son las consumidoras de
ese petróleo.
“¿Qué más es el
lobbypetrolero? La industria química, porque el 90 por ciento de ella es
petroquímica. Nuestro mundo es un mundo petrolero. Es un lobby feroz. Y dentro
de ese lobby petrolero hay dos lobbies terribles: la industria farmacéutica y
la agroquímica. Ese grupo es el que se oponía a los Clinton hasta la crisis de
2001. En la crisis de 2001 hay una crisis en la industria automotriz, atroz, y
a partir de ahí vienen los nuevos autos, que son una suerte de pacto entre
capitales.
“Los autos entran en un
proceso de electroinformatización. Son un robot. La manera en la que la
industria automotriz se ha electroinformatizado tiene su mejor expresión en los
drones. La revolución vehicular, que es lo propio del siglo XX y es lo propio
de la civilización petrolera, crece. Es un pacto a muerte con ellos hasta el
fin del mundo. La propia idea de Obama de guerra es con puros drones. Los
muertos son con drones. Y eso es una fusión entre los dos grupos que se oponen.
Y hay muchos otros ejemplos de una convergencia de intereses entre grupos que
se estuvieron peleando durante todo un siglo que se polarizan a partir de que
aparece la electroinformática, en los años 70, y eso se mantuvo hasta la caída
de las Torres Gemelas.
“Esos son los grupos
dominantes. Son los que ganaron con la superexplotación de la naturaleza y de
la población durante los últimos veinte o treinta años. Y son los grupos que
van a ser confrontados. Que no es una confrontación tanto de un sector a otro,
porque Trump tiene intereses petroleros, es de los inversores del Dakota Acces
y todos los perforadores de frackingque están con Trump y él con ellos. Un
sector fracturado, que por un lado tiene a las megaempresas que decimos, y por
el otro a los pequeños, tipo la insurrección de Rex Tillerson, y son miriadas
de empresas americanas.
“Eso permite entender la
necesidad de cambiar el modelo, la animadversión hacia los chinos, la exigencia
de detener los flujos de inversión en China, de abrir una guerra comercial con
China y también de detener esas reglas del juego dentro de México. Yo creo que
este es el gran fenómeno de fondo que se está manifestando ahorita”.
—¿Cuáles son las opciones
que tendrán las élites empresariales y políticas de México en este contexto?
—La industria que había en
México era la industria más poderosa de toda América Latina. La deshicieron. La
desbarataron por completo. ¿En cuánto tiempo se va a reconstruir una industria
nacional? Se van a llevar todo. Aquí no va a aquedar gran cosa. Se va a ver qué
tan desnudo se queda el país.
“Ahora vamos a rehacer la
industria del país con las industrias maquiladoras, pero las maquiladoras no
invertían en maquinaria, sino en mesas y en techos”.
El TLC devastó el campo
mexicano. La agricultura, con una antigüedad de 10 000 años, se redujo a casi
cero. Foto: Pedro Valtierra/Cuartoscuro.
—Has hecho referencia al
enorme volumen de agua que se gasta en la industria automotriz. ¿Cuál es el
estado que guardan los mantos freáticos de veinte años a la fecha?
—En el capítulo México
tratamos de reconstruir una metodología para medir el grado de devastación.
Como Asamblea Nacional de Afectados Ambientales formulamos una acusación al
Estado mexicano por destrucción dolosa de todo el sistema hidrológico nacional.
La presentamos ante el Tribunal Latinoamericano del Agua.
“En esa acusación se evalúa
una destrucción del 90 por ciento del sistema hidrológico. Es fenomenal la
destrucción que han hecho. Las ciudades industriales, la minería, la industria
petrolera, la deforestación. En nuestro diagnóstico nos queda claro que la
destrucción hidrológica es como el hilo conductor de todas las destrucciones,
porque agua debe haber en todos lados y con agua se mueve todo. Entonces, el
agua queda marcada por todos los movimientos irregulares de acumulación de
capital. Si hay un indicador duro de la devastación ambiental es la destrucción
del sistema hidrológico.
“México era entonces —y
ahora puede ser peor— el cuarto país en deforestación. De las selvas no queda
casi nada. Estamos en una de las áreas de más peligro por el cambio climático
en el mundo. Eso no tiene que ver con este tratado regional de libre comercio,
sino con el liberalismo en su conjunto”.
—¿Tener ese dato basta para
hacer el retrato completo de la devastación ambiental?
—Desde luego no bastaría
solo con el diagnóstico del agua, sino debe verse cuál es la devastación
química, cuántas sustancias químicas circulan libremente en el medioambiente.
No hay datos claros, deja tú en México, en el mundo. La UE estableció que, de
los diez millones de productos químicos, 100 000 de los más peligrosos circulan
libremente y crearon formas de monitorearlos. ¿Sabes cuántas sustancias
químicas se monitorean en México? Dieciséis.
“Hay un nivel de
contaminación en la tierra, en el agua, en el aire. Ese diagnóstico no está
hecho, no se sabe el nivel de devastación química, que además se ve en la
crisis de salud que se está viviendo. Hay una pandemia de cáncer. Y no es la
única enfermedad degenerativa: hay insuficiencia renal, las enfermedades
autoinmunes, la diabetes. Todas degenerativas, no son enfermedades de pobreza,
sino de sobreconsumo o de contaminación. Y hay un manejo absolutamente impúdico
de información médica y de la crisis de salud que se vive en el país.
“La peculiaridad en México
es que tiene todo. Aquí no hay una forma de devastación ambiental conocida que
no esté vigente.
“Eso es lo que ganamos con
el TLCAN. Y dice el estúpido de Trump: es que ustedes fueron muy buenos
negociadores, ganaron. Lo que hubo fue buenos saqueadores, no negociadores. No
negociaron nada, simplemente desregularon y se sirvieron con la cuchara grande.
Y dejaron un país moralmente, socialmente, demográficamente y ambientalmente
devastado que tiene que reconstruirse.
“Pero, al final, el simple
hecho de que el país sea nuestro ya es ganancia.”
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