CARLOS RAMÍREZ/ INDICADOR POLÍTICO
WASHINGTON, D.C.- Aunque se
ha querido vender la idea de que la directiva de lucha contra los cárteles va
dirigida contra el presidente Peña Nieto, la comunidad estadunidense de
inteligencia, militar, antidrogas, de espionaje y de seguridad nacional tiene
otra idea: los EE.UU. quieren controlar la producción, el procesamiento, el
tráfico, las ganancias y a los capos en México como una forma de poner orden en
consumo dentro del territorio de Trump.
Las presiones que vienen
para ampliar la presencia de la agencia antinarcóticos DEA y para enviar
militares a México a combatir a las mafias han partido de la realidad que
dejaron los gobiernos de Clinton, Bush y Obama en materia de cárteles de drogas
mexicanos: cuando menos tres mil ciudades estadunidenses en toda la nación
tienen mercados de venta de droga al menudeo controlados por siete cárteles
mexicanos, de manera sobresaliente el Cártel de Sinaloa de El Chapo Guzmán, lo
que explicaría su deportación.
Las cifras de consumo de drogas
en los EE.UU. preocupan a los estadunidenses no sólo por el negocio
multimillonario que es lavado por bancos controlados por las autoridades, sino
por el aumento en la población consumidora. La evaluación 2015 sobre la amenaza
de las drogas del Departamento de Justicia aporta datos inquietantes: 114.7
millones de estadunidenses consumen marihuana, 37.6 millones cocaína, 48.
Millones heroína, 12.7 millones metanfetaminas, y 53 millones psicotrópicos que
exigen receta.
Trump firmó la directiva
contra cárteles en un contexto muy amplio:
--La reunión el fin de
semana en Argentina para retomar la penetración de la DEA en países antes
dominados por gobiernos populistas, hecho que fue interpretado aquí como una
manera de trasnacionalizar la lucha contra las drogas.
--La reorganización de El Paso
Intelligence Center de la DEA para aumentar su presencia en la frontera.
--La construcción del muro
busca, más que frenar el tráfico de indocumentados que cruzan en busca de
trabajo, perseguir a traficantes de droga que están fuera del radar estadunidenses
y relacionar traficantes de indocumentados con terroristas que quieren
internarse.
--La puesta en activo de la
ley --promulgada por Obama-- contra el tráfico de drogas transnacional que
faculta y tiene el propósito de meterse en otros países a perseguir capos de
los cárteles. En esta ley se localiza la directiva ejecutiva de Trump.
--Redocumentar las
relaciones firmadas con Felipe Calderón en 2012 y soslayadas por Obama durante
ocho años. De ahí la intensidad autoritaria de Trump por reactivar los acuerdos
de septiembre del 2012. La National Southwest Border Counternarcotics Strategy
de 2013 busca destruir a cárteles en la frontera. En ese documento se revela
que los EE.UU. han estado “cada vez más ayudando” a las instituciones estatales
y locales de aplicación de la ley y del sector de justicia en los estados
identificados como prioridades de seguridad por el Gobierno de México y anunció
que los Estados Unidos seguirán “participando en discusiones bilaterales para
expandir el número de estados mexicanos que reciben asistencia Mérida”. La
directiva de Trump es una forma de ablandar a México para aceptar una mayor
penetración de instituciones militares y antinarcóticos de los EE.UU. en
territorio mexicano.
--Boston, Chicago, Los
Angeles y Philadelphia son las plazas donde se ha fortalecido la actividad de
los cárteles mexicanos, desplazado a las bandas locales. “Los cárteles
mexicanos continuarán dominando el tráfico de heroína, metanfetaminas, cocaína
y marihuana a lo largo de los EE.-UU.”, concluye la evaluación 2015 del
Departamento de Justicia.
Política para dummies: La
política es el ejercicio del poder debajo de las apariencias.
Sólo para sus ojos:
La presión estadunidense
sobre Mexico que dejó entrever Trump en su charla telefónica con Obama alegró a
la comunidad militar estadunidense. Sin embargo, parecen tener claro que no se
logrará de la noche a la mañana.
La que sí se prepara para
ampliar su activismo en México es la DEA, de suyo ya metida en las entrañas del
sistema policiaco estadunidense.
Más que el muro, el gobierno
de los EE.UU. prepara una ampliación de cuarteles, oficinas policiacas,
juzgados y sobre todo mecanismos de espionaje en el lado estadunidense del
muro, aunque con la esperanza de operar --como ya lo hacen-- del lado mexicano.
El problema del tráfico
radica en la incapacidad física de los EE.UU. para supervisar los millones de
contenedores y de camiones que cruzan de México hacia los EE.UU. por el tratado
comercial.
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