CARLOS RAMÍREZ/ INDICADOR POLÍTICO
Nadie debe decirse sorprendido: el muro, la deportación
agresiva de migrantes hispanos ilegales, el trato restrictivo a los
beneficiarios de subsidios sociales, el ejercicio autoritario del poder con
aliados dependientes, su desdén hacia el Estado y el sistema de gobierno y su
racismo radical formaron parte del perfil político de Donald Trump desde que
comenzó a incursionar en política en el 2000… y nadie se preparó para su
victoria.
En todo caso, todos cometieron el error de suponer que Trump
iba a perder, que ya no existía una sociedad suficiente para llevarlo a la
victoria y que en el peor de los casos no iba a superar los obstáculos en sus
primeras horas en el poder. La realidad ha demostrado lo veleidosa de la
sociedad: Trump arrancó el 20 de enero con una aprobación de 45%, pero en una
semana subió a 50% en promedio.
No se conocen los perfiles elaborados en el entorno
presidencial mexicano sobre Trump, pero los comportamientos del presidente Peña
Nieto dejarían entrever que esas percepciones estuvieron equivocadas; y decidir
con dudas sobre apreciaciones erróneas no ha llevado más que a derrotas
políticas mediáticas y a una polarización social contra Trump que está
dificultando decisiones de Estado diferentes a las pasionales.
No es la primera vez que México enfrenta el acoso
estadunidense. Desde la gestión de Poinsett en 1825 como parte de la estrategia
de expansionismo, hasta las ofensivas de Nixon y Kissinger en 1969 cerrando las
fronteras por temas de narco y la fase 1985-1987 de Reagan y su embajador Gavin
casi buscando derrocar al presidente De la Madrid. Salinas logró atemperar la
relación no sólo con el tratado comercial, sino con el reporte final de la
Comisión sobre el futuro de las relaciones México-Estados Unidos en 1987 que
determinó enterrar el conflicto histórico del siglo XIX como elemento de
contención nacionalista.
El perfil ideológico de Trump no es conservador ni
neoconservador, sino que viene de la derecha tradicional del siglo XVII y XVIII
que fundó el imperio con colonos antes de fundar el Estado. La misión de Trump
es la de destruir el avance liberal del periodo 1960-2016 que legalizó derechos
liberales, pero aplastando el orden conservador. Es decir, que no es contra
México sino contra el liberalismo que llegó a su nivel máximo con Obama.
El gobierno mexicano se quedó pasmado ante la figura
política de Trump como candidato y ahora como presidente electo y ha sido
incapaz de construir una base social progresista y nacionalista alrededor de un
proyecto de desarrollo, por lo que Peña Nieto se ha visto arrastrado por las
pasiones en redes. Si se revisan las decisiones más presuntamente anti
mexicanas de Trump, todas ellas tienen que ver con un México colapsado en lo
social, con un modelo económico que ha polarizado a la sociedad en ricos y
pobres y que ha echado del país a desempleados.
Lo de menos es quién pague el muro y cómo; lo importante
para Trump es que el muro ha consolidado una base social racial basada en la
exclusión. Ante el muro México nunca ofreció un programa de emergencia, ni una
contención de la migración ilegal, ni una estrategia de repatriación con empleo
garantizado, y se concretó a apoyar jurídicamente a los migrantes y a… esperar.
Ante el muro y la revisión del tratado, el gobierno mexicano quedó paralizado.
Frente Trump no queda más que liderazgo, proyecto y
desarrollo.
Política para dummies: La política se inventó para resolver
problemas por el juego del poder, no de la fuerza.
Sólo para sus ojos:
A invitación de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales,
el autor de Indicador Político comenzará hoy a dar la clase de sistema político
mexicano en la licenciatura de ciencias políticas en la Universidad Autónoma
del Estado de Morelos. El principio de una colaboración creciente.
Algo ocurre con Luis Videgaray Caso: su perfil de político
enérgico y autoritario se diluyó desde su renuncia a Hacienda por presiones
sociales por la visita de Trump en agosto pasado. En horas se destruyó su valor
estratégico en la cancillería por las decisiones de Trump.
Fuera del presidente Peña Nieto y del canciller Videgaray,
nadie del gobierno mexicano, del PRI o del congreso ha logrado construir
espacios de distensión política y social nacional. El problema es que la
construcción de consensos sólo se logra con trabajo político. Y ahí todos han
dejado aislado al presidente de la república, sometido además a un bombardeo en
redes sociales.