POR RAMÓN ALBERTO GARZA
¿Dónde está Jaime “El Bronco” Rodríguez? ¿Por qué no
escuchamos nada de él desde que se dio la fallida detención de su antecesor
Rodrigo Medina?
La respuesta quizás está en la más reciente y reveladora
encuesta que el propio gobierno de Nuevo León levantó para ver el impacto de
“la detención” del exgobernador.
Las cifras son alarmantes: el 86 por ciento de los
nuevoleoneses no cree que la detención fue una acción de justicia, sino una
operación concertada con fines mediáticos.
Para todo fin práctico, nueve de cada 10 piensan que detrás
de “la detención” está un arreglo político en el que ganan las dos partes: el
exgobernador y su sucesor.
El exgobernador, porque mediante acuerdo Medina acepta que
se le traslade al Penal del Topo Chico para pisar la prisión por menos de un
día, sin que exista sentencia definitiva. Como una acción “precautoria”.
Absurdo.
Eso acaba por blindar al exgobernador, quien para todo fin
práctico fue abusado en sus derechos al colocarle su uniforme de reo, ficharlo
y, lo que es todavía peor, difundir la fotografía sin que exista sentencia de
por medio.
Eso le da a Medina y a sus abogados las herramientas para
denunciar fallas al debido proceso y entrar en una dinámica en las que el que
tiene todas las de perder es el gobierno que demanda.
Y “El Bronco” también ganaba –al menos en el papel, ese era
su plan- porque cumplía su promesa de campaña de poner tras las rejas a Medina.
Con el operativo de la “prisión preventiva”, Jaime Rodríguez
conseguía su foto de Medina enfundado en uniforme de reo y con ficha de
identificación para decir “misión
cumplida”.
Pero el aplauso solo duró unas horas y la expedita
liberación se volvió en su contra, porque la falla solo evidenciaba una de dos
posibilidades.
O la Fiscalía Anticorrupción a cargo de Ernesto Canales no
integró debidamente el expediente para garantizar la estadía permanente de
Medina o todo era un entramado prefabricado para cumplir con el expediente con
el menor dolor procesal posible y la mayor exposición mediática a favor.
Y a pesar de que el grupo de poder que apadrina a “El
Bronco” en sus aspiraciones presidenciales 2018 intentó defender y elogiar la
fallida captura, culpando de la liberación a un juez federal, nadie lo creyó.
Ni los politicos, ni los empresarios, ni los medios que ven
en el gobernador de Nuevo León al candidato independiente que le robe
popularidad a Andrés Manuel López Obrador, fueron capaces de evitar que la
ciudadanía se diera cuenta del arreglo.
El silencio que enmudeció a “El Bronco” los días posteriores
al “gran triunfo” habla por sí mismo.
Y las encuestas que mandó a hacer le confirmaron que, y
salvo que dé un contragolpe definitivo, nadie compra la historia de Medina en
el Topo Chico.
Sobre todo cuando cualquier nuevoleonés voltea para Sonora y
se dan cuenta de que la gobernadora Claudia Pavlovich sí tiene bien asegurado
tras las rejas a su antecesor Guillermo Padrés.
0 Comentarios