Pablo Hiriart.-
Que le cuenten a otro eso de que las acusaciones del
gobierno contra Carlos Romero Deschamps son producto de la lucha contra la
corrupción.
Si en realidad fuera cierto ese combate en el ámbito
sindical, Morena no habría abrigado con fuero de senador de la República a
Napoleón Gómez Urrutia.
La Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda acusa de
enriquecimiento ilícito a Romero Deschamps. ¿Y a Napoleón?
Aplican la ley donde les conviene políticamente.
A Romero lo persigue la justicia, y a Napito lo recibe el
Presidente.
Foto: internet. |
Desconozco la veracidad de las acusaciones contra Romero
Deschamps, aunque desde luego sobran las evidencias públicas de los excesos de
personas cercanas a él. No sé si eso dé para perseguirlo y meterlo a la cárcel
como quiere el gobierno.
Donde hay delito evidente y comprobado es en el caso del
“líder minero” Napoleón Gómez Urrutia, y goza de fuero, escaño en el Senado por
el partido en el gobierno, y escribe y diserta en el periódico que rebosa de
publicidad oficial porque “se porta bien”.
El caso de Romero Deschamps es político. Si fuera lucha
contra la corrupción sindical, hace tiempo que Napito estaría sin fuero y procesado.
Político es el caso de Romero Deschamps por varias
razones.
La primera es que Morena necesita hacerse del mando del
Sindicato Petrolero.
Precisamente el diario donde escribe Gómez Urrutia desde
que estaba prófugo en Canadá, informó ayer que “integrantes del sindicato
oficial que forman parte del Frente Nacional Petrolero que ha promovido
distintas denuncias legales contra el secretario General del gremio, Carlos
Romero Deschamps, avalaron ayer en una convención extraordinaria la expulsión
del líder sindical y nombraron a Sergio Morales Quintana como nuevo dirigente”.
Esa es la razón por la cual persiguen a Romero: necesitan
la dirigencia del sindicato petrolero para Morena.
No es el único motivo. El gobierno de México requiere
mandar mensajes claros a los congresistas demócratas de Estados Unidos de que
la libertad sindical va en serio en nuestro país, para que ese partido apruebe
el T-MEC en el Congreso.
Mil veces darles a Romero Deschamps antes que a Napoleón
Gómez Urrutia, aunque este último recibió en herencia el cargo de su papá y
jamás haya sido minero (trabajaba en la Casa de Moneda cuando heredó la
dirigencia sindical de… los mineros).
En síntesis: pura simulación.
No hay tal lucha contra la corrupción sindical ni
búsqueda de democracia en los sindicatos, sino uso de los instrumentos
judiciales del Estado para obtener dividendos políticos.
Y además ir contra Romero le proporciona al gobierno algo
que necesita a gritos: escándalos que ocupen las primeras planas de los
periódicos y no se note tanto que crecemos en la banda del cero por ciento,
aumenta la inseguridad y cae la creación de empleos.
Falso que el gobierno quiera ir contra “los privilegios
de los sindicatos”, como han repetido en los últimos días desde temprana hora.
Van contra los privilegios del sindicato de Pemex, y no
está mal.
Pero lo hacen por razones políticas, pues si fuera
honesta su decisión le habrían quitado los privilegios al sindicato de maestros.
La CNTE tiene, con este gobierno, el mayor de los
privilegios que se conozca en un gremio en todo el mundo: poder cobrar sin
trabajar. A ellos no los tocan.
Así es que no vengan con el cuento de la lucha contra la
corrupción sindical, los privilegios y la manga del muerto.
Si fuera verdad, Napoleón Gómez Urrutia no estaría en el
lugar de privilegio donde está, sino en tribunales.
Si fuera verdad, los maestros de la CNTE no podrían dejar
las aulas abandonadas y además cobrar sueldo más prestaciones.
Quieren la cabeza de Romero Deschamps para controlar el
sindicato petrolero. Lanzar un guiño a los demócratas. Y proporcionar
sensacionalismo que disimule el tamaño de su fracaso en apenas siete meses de
gobierno.