Ricardo Alemán.-
Si tenían dudas de que el presidente Obrador vive en otro
planeta, la interrogante la podrán disipar la tarde y noche de hoy.
Y es que el presidente mexicano es el único mandatario
–en el mundo–, que hace una fiesta pública, en la plaza principal, por el
fracaso de su gobierno, en los primeros siete meses de gestión
Y seguro estarán de acuerdo en que sólo en el “mundo
fantástico” de Obrador es posible festejar al fracaso; hacer fiesta por el
desempleo creciente, por la fuga de capitales locales y foráneos, por la crisis
humanitaria de migrantes, por la violación de derechos humanos; la catástrofe
económica, por la destrucción de la democracia, la cancelación de libertades
básicas y, en general, por el gobierno fallido de AMLO.
El problema, sin embargo, no es el “mundo fantástico”
creado en la cabeza presidencial y en todo el gobierno de Obrador.
No, el verdadero problema son los ciudadanos que
“compran” o “creen” a ciegas y sordas el “mundo fantástico” de Obrador; el
problema son aquellos ciudadanos que, a pesar de todas las evidencias del
fracaso de AMLO, no aceptan como equivocación el votar a favor de Morena.
Lo cierto es que el candidato Obrador que mediante una
“impostura genial” ofreció toda clase de imposibles e impensables –a unos
votantes que querían escuchar precisamente imposibles–, hoy debe seguir apegado
al guion de la mentira, el engaño y la impostura.
¿Por qué?
La respuesta es elemental; porque si acepta que mintió y
engaño a los electores cuando era candidato; si reconoce que sus promesas eran
falsas y que nunca las cumplirá y si reconoce su impostura, entonces López
Obrador rompería el encanto de cambio y esperanza y provocaría una decepción
general entre sus seguidores. Y, claro, en él mismo.
Para explicarlo mejor, vamos de vuelta a 2006, cuando en
el Zócalo del entonces DF, Obrador festejó el fracaso de su candidatura
presidencial –frente a Calderón–, con un grosero montaje de “la presidencia
legítima”; acto ridículo y grotesco en el que tomó posesión –con pompa y
circunstancia–, frente a cientos de seguidores que fueron parte de una grosera
escenografía del “mundo fantástico” en el que vive, desde entonces, el
imaginario de Obrador.
¿Hasta cuando el engaño social y el autoengaño de
Obrador?
Todos saben que se puede engañare a muchos por mucho
tiempo pero, también saben, que no se engañará a todos todo el tiempo.
El problema vendrá cuando uno por uno, todos los días,
semanas y meses de la presidencia de Obrador, se produzca el desencanto general
de creyentes y fanáticos. Entonces el engaño se transformarán en indignación.
Y es que, nos guste o no, está claro que hoy se vive el
enamoramiento –ciego y sordo a favor de AMLO–, y que poco a poco veremos crecer
que se generaliza el síndrome del engaño.
Y, el mejor ejemplo del “desengaño” que poco a poco
aparece, lo vimos cuando el académico universitario, Octavio Rodríguez Araujo,
tiró la toalla “de la honrosa y libre actividad del periodismo de opinión”,
luego de un “mea culpa” por el apoyo a “un movimiento” como el que llevó a
Obrador al poder.
Así lo dijo en días pasados: “Confieso que nunca pensé
que el triunfo de un movimiento que apoyé por muchos años se convertiría no sólo
en una decepción sino en una amenaza a la libertad de expresión que disfruté
por décadas”.
Sí, por décadas, Rodríguez Araujo colaboró en las páginas
de opinión de La Jornada, diario del que salió –según sus palabras–, “por
dignidad y por coherencia conmigo mismo”. También por años apoyó la lucha de
AMLO.
En su despedida, el articulista dice que a partir del
gobierno de Salinas desapareció la intolerancia contra la prensa y la censura
previa.
Sin embargo, dice que en el gobierno de Obrador sintió,
por primera vez en medio siglo, “que la libertad de expresión está en riesgo,
no de desaparecer pero sí de ser ultrajada si lo dicho o lo escrito cuestiona
las políticas y las decisiones del poder”.
Y reveló: “recientemente, además de las amenazas no muy
veladas desde el poder, recibí una gigantesca ola de bots que automatizaron, en
perfecta sincronía, respuestas a un artículo en Facebook que no gustó a los
seguidores de Morena y de su principal líder”.
Sí, parte del intelecto mexicano abre los ojos sobre los peligros
que vive la democracia con López Obrador, mientras que otros oportunistas se
cuelgan al cabús de las migajas del poder de AMLO.
Sin embargo, poco a poco los ciudadanos de a pie llegarán
a la misma conclusión que Rodríguez Araujo; que Obrador es un peligro para
México.
Por lo pronto, ¡que siga la fiesta por el fracaso del
nuevo gobierno…! ¡Total, sólo se cargarán al país!
Al tiempo.