La Psicóloga Sara Montejano define la tristeza como la
emoción que activa el proceso psicológico que permite superar pérdidas,
desilusiones o fracasos, se manifiesta de múltiples formas: llanto, retardo
psicomotor, falta de apetito, problemas de sueño, problemas de concentración,
etc. Hay casos en donde la tristeza limita a la persona que la padece y
requiere la ayuda de otros para salir adelante, por ello a continuación se
comparte una historia sobre:
TRISTEZA
Desde niña me sentía triste por todo, me sentía decaída
cuando observaba que no era agradable mi presencia para los demás y que no me
tomaban en cuenta, siempre fui callada, no tenía conversaciones con nadie,
sentía un desconsuelo al ver los pleitos
de mi familia, después de que se peleaban sentía melancolía, sueño,
pensaba que solo a mí me pasaba, que a nadie más. En ocasiones veía que mis padres
les hacían más caso a otras hermanas, sentía desilusión, por no ser la única.
Me dolía hasta cuando moría algún animal en la casa, sentía ganas de llorar, de
hecho, siempre lloraba por todo, si veía que les pegaban a mis hermanas sentía
deseos de llorar.
Así llegué a la etapa de la adolescencia, pensaba que
nadie me hacía caso en la escuela, llegaba a la casa y me dormía, toda la tarde
estaba triste, si en ocasiones llovía era motivo para sentirme nostálgica, como
si ese fenómeno determinara mi vida. Cuando no aprobaba alguna materia y veía
las calificaciones de mis hermanos y compañeros que eran buenas me
entristecía, sentía desconsuelo y
pensaba en morir, imaginaba que a mis padres no les importaría, que ellos
estaban metidos en sus ocupaciones, que no me tomaban
en cuenta.
Siempre perdí el interés por la escuela, por mi físico,
mi familia y amigos, empecé a ausentarme por sentir apatía, muchas veces creí
que la culpa era de mis padres, porque los veía siempre fuera de la casa por
trabajo y algunas veces por fiestas y cuando regresaban nada más estaban
peleando, nunca pensé ser una persona con pensamientos pesimista y negativos,
mi estado emocional era acompañado por malestares físicos como dolores de
cabeza, pies, estómago y más tarde empecé a sentirme un total fracaso.
Mi estado comenzó a ser insoportable, cuando uno de mis
hijos murió, mi esposo me abandonó, por momentos pensé en quitarme la vida, me
sentía en un laberinto sin salida, no sabía la razón del estado en el que me
encontraba, mi familia estaba muy preocupada y me aconsejaron buscar algún tipo
de ayuda. Un familiar me habló del Movimiento Buena Voluntad 24 Horas de
Neuróticos Anónimos, a pesar de mis dudas decidí asistir, ahí fui escuchando a
compañeros que habían pasado por situaciones similares a la mía, eso me hizo
sentir la esperanza de que había una solución a mis problemas, me dijeron que
no estaba sola, me quedé en la casa hogar, un servicio que presta la
agrupación, ahí con la terapia intensiva, poco a poco fueron quedando atrás mis
problemas emocionales, posteriormente me fue posible regresar a mis actividades
normales. El día de hoy ya no siento tristeza ante las situaciones que
anteriormente me hacían sentir mal, pude recuperar mi vida y ahora me siento
feliz.
Anónima
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