Carlos Ramírez.-
Los foros de seguridad de López Obrador parten de un enfoque
equivocado: la inseguridad, la criminalidad y los muertos no son asuntos de
víctimas, sino de la conversión de partes del Estado en cómplices del crimen
organizado; es decir, el Estado criminalizado.
Por eso el perdón sin olvido es irrelevante, carecerá de
resultados y en ningún momento disminuirá las cifras de muertos. Del total de
los casi 250 mil muertos de enero de 2008 a julio del 2018 --diez años--, menos
del 10% son de familias ajenas a la dinámica criminal directa y han sido
afectadas como daños colaterales --desapariciones, torturas y muertes-- por una
estrategia de respuesta violenta de seguridad sin controles ni capacitaciones.
Lo que ha estado en crisis en los últimos diez años es el Estado,
lo mismo con acciones de seguridad atropelladas y reactivas, que con acciones
de contrainsurgencia que han afectado a miles de poblaciones y familias. La
conflagración no convencional en las calles entre el crimen organizado y Estado
no ha logrado el objetivo central: la recuperación de la soberanía del Estado
sobre los fueros y las zonas de los grupos criminales.
El equipo de seguridad interior del presidente electo
--presidencia, Gobernación, seguridad pública y fuerzas armadas sin designar--
ha despertado falsas expectativas con su objetivo de pacificar el país porque
en los hechos no hay una guerra convencional entre el Estado y el crimen
organizado, sino una disputa de poderes --el poder criminal y el poder
institucional, ambos coercitivos y buscando dominar al otro-- por zonas de
control.
Se trata de la configuración del crimen organizado como una
estructura de poder que ha penetrado a las instituciones del Estado en sus tres
niveles para imponer sus intereses económicos. Por eso hay bandas criminales
que han desplazado al Estado en tareas de seguridad, negocios, instituciones,
cobro de impuestos e instalación de empresas y peor aún, se han convertido en
un Estado paralelo.
Los foros de seguridad del equipo de López Obrador son
apenas una mínima parte del problema; quizá el más estridente por el activismo
de las familias en calles, reuniones y organismos internacionales: la violación
de garantías y derechos de organismos del Estado en el combate a la
delincuencia. Ello ha revelado una reacción del gobierno, no una estrategia del
Estado.
El problema mayor radica en dos enfoques contradictorios en
el equipo de seguridad interior del presidente electo: el jurídico de Olga
Sánchez Cordero y el de seguridad de Alfonso Durazo. Ello se debe a dos deficiencias
que tendrían que resolverse antes de seguir los foros o seguir acumulando
fracasos ante la falta de respuestas-propuestas del próximo gobierno: la
ausencia notoria de un diagnóstico de la crisis de seguridad y la indefinición
de la seguridad pública-seguridad interior-seguridad nacional del Estado.
Los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto
ignoraron que la crisis de seguridad era la crisis de existencia del Estado y
el afán mediático del foro de López Obrador podría estar reproduciendo el
problema de seguridad de 2008-2018. El dilema real para el próximo gobierno es
concreto: pacificar al país o recuperar el Estado para su función primordial de
garantizar seguridad.
Política para dummies: La política es, al final de día, una
maniobra de distracción.
Si yo fuera Maquiavelo: “La causa de la ruina de los
emperadores ha sido el odio o el desprecio (…) y se debe as que, mientras parte
de ellos procedieron de un modo y parte de otro, en ambos modos hubo dichosos y
desgraciados”.
Sólo para sus ojos:
- Recuerde revisar todos los días el sitio www.seguridadydefensa.mx para enterarse de los juegos geopolíticos de poder.
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- Resistencia en áreas del gobierno de Peña Nieto para cumplir la exigencia de López Obrador de enviar una iniciativa preferente para reinventar la Secretaría de Seguridad Pública.
- ¿Dónde habremos visto esto? El presidente de la república dice que no se meterá en otros poderes y ya designó al jefe de su partido en el Senado.
- A medio siglo de distancia, el movimiento estudiantil del 68 no prende en la atención en medios. En 1968 la población mexicana era de poco más de 60 millones, la mitad de la actual.
- Famosas últimas palabras: “Es inteligente ser priísta”: Vanessa Rubio, operadora de José Antonio Meade, senadora del PRI sin ser militante del PRI.