La ira, el enfado, es una de las emociones más básicas y
necesarias que existen. Nos ayuda a marcar límites con los demás, a hacernos
respetar. A darnos cuenta de que se ha producido un desequilibrio, una
injusticia. Algo que evaluamos como negativo y que deseamos cambiar. Nos hace
tomar acción y movernos para solucionarlo. Pero si ese enfado no lo gestionamos
adecuadamente en su momento, puede llegar a enquistarse. Nos apegamos a él, en
lugar de darle la utilidad que tiene y dejarlo marchar… Entonces llega el
rencor, el dolor y el resentimiento.
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RESENTIMIENTO
A LOS PADRES
Desde niña me resentía con mis padres porque no nos
regañaban igual a todos los hermanos, pensaba que todos hacíamos las mismas
travesuras, pero solo yo recibía los regaños, eso me daba mucho coraje y me
hacía sentir odio hacia mi mamá, pues siempre vi sus llamadas de atención
injustas.
En algunas ocasiones que le contestaba a alguno de mis padres recibía una cachetada y eso me hacía sentir más odio, sentía mucho coraje a mí madre y en ocasiones quería hasta golpearla, pensaba que algún día me las iba a pagar, también llegué a pensar que no era mi madre por eso me cacheteaba o me pegaba en la boca, o tal vez me recogieron porque no me parezco a ninguno de ellos, no podía explicar tanto odio hacia mí, en ocasiones ella me decía que ¿Por qué había nacido? que ella no quería tenerme, siempre sentí que era una niña maltratada.
Después de adolescente odiaba a mi papá porque era borracho, cuando llegaba tomado a la casa siempre hacía escándalo o golpeaba a mi madre, lo odiaba por eso y deseaba que se muriera, el no merecía estar vivo pensaba.
Con mi madre también me enojaba porque ella permitía que le pegaran y no se defendía, estas escenas me hacían sentir miedo, pensaba que por eso era miedosa con todo, en ese tiempo sentía que estaba en este mundo solo para sufrir, mi familia no me gustaba, tenía muchas carencias, no me sentía feliz con ellos y eso me hacía sentir más odio hacia ellos.
Comencé a culpar a mi padre porque me convertí en una persona miedosa, callada, no hablaba con nadie y me era muy difícil integrarme con los demás.
Nunca pensé que los patrones se iban a repetir, me casé y tuve una hija, al poco tiempo mi esposo murió y me quedé sola con mi niña, empecé a tratarla muy mal, me intoleraba con facilidad, incluso me decía que, porque la había tenido, me arrepentía de haber quedado embarazada, ella me tenía mucho miedo y no me daba cuenta de eso, mis padres me decían que, porque no podía ser una buena madre, yo les contestaba que no tenían el derecho de decirme nada porque ellos no lo habían sido conmigo.
No me daba cuenta que estaba repitiendo lo que yo siempre critiqué de mis padres, comencé a sentirme muy mal, con mucho miedo de salir a la calle, con muchos problemas y no encontraba ninguna salida, pero también me di cuenta que era como mi mamá, golpeadora; no quería seguir siendo la misma, sabía que necesitaba ayuda.
A través de un conocido supe del Movimiento Buena Voluntad 24 horas de Neuróticos Anónimos, me di la oportunidad de asistir a las juntas y empecé a sentirme identificada con las personas que asistían ahí, ya no me sentía sola porque había encontrado personas como yo, que sentían lo mismo, me di cuenta que mis emociones me estaban haciendo sentir muy mal por mi forma de ser y que tal vez no había tenido a los mejores padres o a la mejor hija pero que la que tenía que cambiar era yo, ya que tenía una idea equivocada de la vida.
Ahora me doy cuenta cuáles son mis errores, sobre todo en que me equivoqué con mi madre, he estado cambiando poco a poco, con mi madre ya no puedo reparar daños, pero aún tengo a mi padre para poder hacerlo, con mi hija he cambiado, ahora no la golpeo y no la hago sentir mal como lo hacía anteriormente, le tengo más paciencia. Valoro más a mi familia.
En algunas ocasiones que le contestaba a alguno de mis padres recibía una cachetada y eso me hacía sentir más odio, sentía mucho coraje a mí madre y en ocasiones quería hasta golpearla, pensaba que algún día me las iba a pagar, también llegué a pensar que no era mi madre por eso me cacheteaba o me pegaba en la boca, o tal vez me recogieron porque no me parezco a ninguno de ellos, no podía explicar tanto odio hacia mí, en ocasiones ella me decía que ¿Por qué había nacido? que ella no quería tenerme, siempre sentí que era una niña maltratada.
Después de adolescente odiaba a mi papá porque era borracho, cuando llegaba tomado a la casa siempre hacía escándalo o golpeaba a mi madre, lo odiaba por eso y deseaba que se muriera, el no merecía estar vivo pensaba.
Con mi madre también me enojaba porque ella permitía que le pegaran y no se defendía, estas escenas me hacían sentir miedo, pensaba que por eso era miedosa con todo, en ese tiempo sentía que estaba en este mundo solo para sufrir, mi familia no me gustaba, tenía muchas carencias, no me sentía feliz con ellos y eso me hacía sentir más odio hacia ellos.
Comencé a culpar a mi padre porque me convertí en una persona miedosa, callada, no hablaba con nadie y me era muy difícil integrarme con los demás.
Nunca pensé que los patrones se iban a repetir, me casé y tuve una hija, al poco tiempo mi esposo murió y me quedé sola con mi niña, empecé a tratarla muy mal, me intoleraba con facilidad, incluso me decía que, porque la había tenido, me arrepentía de haber quedado embarazada, ella me tenía mucho miedo y no me daba cuenta de eso, mis padres me decían que, porque no podía ser una buena madre, yo les contestaba que no tenían el derecho de decirme nada porque ellos no lo habían sido conmigo.
No me daba cuenta que estaba repitiendo lo que yo siempre critiqué de mis padres, comencé a sentirme muy mal, con mucho miedo de salir a la calle, con muchos problemas y no encontraba ninguna salida, pero también me di cuenta que era como mi mamá, golpeadora; no quería seguir siendo la misma, sabía que necesitaba ayuda.
A través de un conocido supe del Movimiento Buena Voluntad 24 horas de Neuróticos Anónimos, me di la oportunidad de asistir a las juntas y empecé a sentirme identificada con las personas que asistían ahí, ya no me sentía sola porque había encontrado personas como yo, que sentían lo mismo, me di cuenta que mis emociones me estaban haciendo sentir muy mal por mi forma de ser y que tal vez no había tenido a los mejores padres o a la mejor hija pero que la que tenía que cambiar era yo, ya que tenía una idea equivocada de la vida.
Ahora me doy cuenta cuáles son mis errores, sobre todo en que me equivoqué con mi madre, he estado cambiando poco a poco, con mi madre ya no puedo reparar daños, pero aún tengo a mi padre para poder hacerlo, con mi hija he cambiado, ahora no la golpeo y no la hago sentir mal como lo hacía anteriormente, le tengo más paciencia. Valoro más a mi familia.
Anónimo
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