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Ricardo Alemán.-
A la luz de los resultados electorales --conocidos hasta el
cierre del Itinerario Político--, parece inevitable la victoria de Alfredo Del
Mazo, candidato del PRI en el estado de México.
Y es que según el conteo rápido del Instituto Electoral
Mexiquense, el PRI aventaja con dos puntos la intención del voto, mientras que
Morena no logró superar al tricolor, a pesar de que el candidato fue Andrés
Manuel López Obrador, antes que Delfina Gómez.
A su vez, la tercera posición será ganada por el PRD, que
aventaja con siete puntos porcentuales al PAN, que no logró siquiera el 15 por
ciento de las preferencias.
Como queda claro –y a pesar de la ventaja del PRI--, también
es cierto que el partido Morena también se alza con una victoria incuestionable
ya que, de golpe y porrazo –y sólo en su primera elección estatal--, el partido
rojo se colocó como la segunda fuerza en la llamada “joya de la corona”, en el
estado de México, entidad con el padrón más numeroso del país y que junto con
la CDMX y Veracruz suman las mayores reservas de votos del país
Otro ganador es Juan Zepeda, candidato del PRD, quien a sólo
dos meses de campaña, pasó de un perfecto desconocido a uno de los políticos
con mayor carisma y crecimiento –y con mayor futuro--, además de que hizo “el
milagro” de rescatar de la morgue a un cadáver político, el PRD, condenado a
desaparecer y que hoy tiene grandes posibilidades para 2018.
Y los grandes derrotados son, en ese orden, Ricardo Anaya,
el jefe nacional del PAN y “su pasaporte” para la presidencial de 2018, la
señora Josefina Vázquez Mota quien, de manera inexplicable, pasó de ocupar “los
cuernos de la luna” --la primera posición al arranque de la contienda--, a una
humillante cuarta posición.
Es decir, que el PAN y su candidata mexiquense, Josefina
Vázquez Monta, se volvieron a equivocar y cometieron los mismos errores que en
la presidencial de 2012; no entender que el enemigo a vencer no era el PRI y
tampoco Morena, sino el peligro de abrir la puerta al populismo que, en todo el
mundo, amenaza a la democracia.
Y es que –si queremos ser rigurosos--, en el estado de
México la victoria no es sólo del PRI, tampoco de su candidato ganador, Alfredo
del Mazo y menos del presidente Peña Nieto, quien sin duda defendió su casa y
su gestión presidencial.
No, lo cierto es que en el estado de México la victoria fue
de la democracia sobre el populismo; acudimos a la victoria de la razón sobre
del fanatismo y al triunfo de la cordura social sobre la locuaz tendencia
global que amenaza la democracia; el populismo.
En el estado de México tampoco ganó el mejor candidato y/o
el mejor partido. No, en la feroz contienda por el gobierno mexiquense –que en
realidad es la primera vuelta de una elección que se definirá en junio de 2018,
en una segunda vuelta--, ganaron las instituciones y la cultura democrática, a
pesar de la guerra sucia y las provocaciones, a pesar de acusaciones y
señalamientos encontrados sobre supuestas trampas y presuntos intentos de
fraude.
Y es que en el estado de México se jugaba –precisamente--,
cruzar o no el umbral de ese tobogán llamado “populismo”, y cuya meta es –en
todo el mundo--, la destrucción de los pilares democráticos.
Dicho de otro modo, resulta que la madurez ciudadana
–expresada por los electores mexiquenses--, derrotó el maniqueísmo que durante
años sembraron manos y voces interesadas en la destrucción democrática y que
pregonaban la derrota del PRI y la victoria de Morena como condición sine qua
non, para llevar a México y los mexicanos al mejor de los mundos.
Pero acaso las mayores victorias de la democracia mexicana
–expresadas en el estado de México--, es aquella contra dos de los mayores
engaños de la supuesta izquierda Mexicana que representa Morena; la derrota a
la farsa de la honestidad valiente y el desenmascaramiento de los amoríos de
Morena con la dictadura de Nicolás Maduro e Venezuela.
En el primer caso, los medios dieron una lección sobre el
periodismo de investigación, al exhibir las trapacerías de Morena, su dueño,
gerentes y candidatos, al extremo de que con datos duros derrumbaron el engaño
de la supuesta honestidad valiente de Morena y su claque. Hoy ese partido y sus
líderes no cuentan más con la supuesta superioridad moral. Son igual o peor de
corruptos que el resto de partidos y políticos.
Y, en el segundo caso, también los medios exhibieron pruebas
contundentes de los inmorales amoríos de Morena y sus propietarios con la
dictadura de Nicolás maduro en Venezuela. Lo que aquí se denunció desde el
nacimiento de Morena –los vínculos entre ese partido y la dictadura de
Venezuela--, hoy se confirmó de manera contundente.
Por lo pronto, sólo falta saber si las instituciones
electorales tendrán la fortaleza para superar la crisis poselectoral.
Al tiempo.
@RicardoAlemanMX