Raymundo Rivapalacio.-
El 14 de mayo fue la mañana que trajo la sorpresa de mayo
en Palacio Nacional. El presidente Andrés Manuel López Obrador enlistó sus
prioridades en el combate al narcotráfico. Primero, atender las causas, que ha
dicho son socioeconómicas. Luego, tener la Guardia Nacional, que es una fuerza
de reacción rápida, como un equipo SWAT. Después una campaña dirigida a los
jóvenes, que concientice sobre los males de las adicciones. Tras ello “acuerdos
con Estados Unidos”, que no está claro qué significa, y modificar el enfoque
policial del combate a las drogas, para ubicarlo como un tema de salud, que
tiene que ver con la prevención y las campañas para que no se consuman
estupefacientes. Finalmente, la bomba. “No descarto la posibilidad de llegar a
un acuerdo de paz”, dijo el presidente. La prensa le pidió inmediata
clarificación. “¿Con el narco?”, se le preguntó. “Con todos”, respondió. “Todos
a portarnos bien”.

Si el documento no es una broma de mal gusto para los
mexicanos, la Estrategia de marras es una mezcla de ingenuidad, ignorancia,
confusión o, quizás, tramposa perversidad. Un botón de muestra es cuando en su
alegato de la reconstrucción de la vida moral de los criminales, afirma que es
la manera con la que actuó el gobierno de Estados Unidos en los años 30’s del siglo
pasado, “para acabar con las mafias que asolaban sus ciudades. De ese proceso
surgió la bonanza en Atlantic City, Las Vegas, Miami y otros centros de
inversión”. El periodo al que se refiere es el fin de la Prohibición del
consumo y producción de alcohol, durante la Presidencia de Franklin Delano
Roosevelt -a quien admira y en quien se inspira López Obrador-, pero la
conclusión de la Estrategia es superficial y equivocada.
La era de la prohibición fue capitalizada por las mafias
en Estados Unidos, cierto, pero no detonó la violencia -que es la creencia
popular expandida incluso en el seno de la Cuarta Transformación-, como
argumentó el profesor de Harvard, Mark Moore, en un influyente artículo que
publicó en The New York Times en 1989. Afirmar que el final de la Prohibición.
La violencia subió en algunos estados de la mano del cambio de una población
rural y agrícola a una manufacturera en la urbanización de Estados Unidos. En
aquellos estados altamente urbanos y ciudades como Nueva York y Chicago, los niveles
de violencia se mantuvieron estables.
Hablar de la bonanza de las ciudades como resultado de la
legalización del alcohol, es un tanto rupestre. Atlantic City, a 200 kilómetros
al sur de Nueva York, era un destino de descanso de los ricos, y sólo fue hasta
finales de los 70’s, con la apertura de casinos, que emergió como un lugar
boyante. Las Vegas nació en 1947, producto del sueño de Benjamín Siegel, quien
abrió en medio del desierto el Hotel y casino Flamingo. “Bugsy” Siegel era uno
de los sicarios de Charles “Lucky” Luciano, y tuvo la visión de levantar un
oasis de juego con el apoyo y el dinero de la mafia. Su nacimiento fue un
subproducto del negocio criminal, no como éxito del fin de la Prohibición. El
Miami en el que deben haber pensado cuando escribieron la estrategia debe ser
el actual, cuyo centro es espectacular y crece cada año, después de haber sido
un hoyo de pordioseros y drogadictos. Pero su resplandor comenzó en los 80’s,
pero con el dinero de los narcotraficantes colombianos, en especial Carlos
Lehder y Pablo Escobar.
La analogía con las secuelas de la Prohibición no es lo
único fallido de la Estrategia. También está la mezcolanza que hace la
Estrategia entre lo que es un cártel de las drogas, con todo el negocio ilegal
en los mercados criminales que crean, alimentan y reproducen, y los movimientos
armados, al estar planteando alternativas de negociación con las guerrillas.
Esta confusión es mucho más grave que el de la Prohibición, porque si bien en
esta última sólo muestran ignorancia, en las opciones para la “construcción de
la paz” se encuentran los detalles del Diablo.
Plantar, como lo hace la Estrategia, que la guerra contra
el narcotráfico es igual a una guerra civil, simplemente es no entender ni la
esencia ni las dinámicas de un movimiento armado, ni los resortes y
motivaciones de un negocio criminal. O, también, entenderlo muy bien y engañar
con la verdad. En el próximo texto se abordará este ángulo de la Estrategia,
cuyo objetivo es diáfano: legalizar las drogas para replicar el fin a la
Prohibición, perseguir a los capos del narcotráfico sólo financieramente, y
acomodarse con ellos a dejarlos en su negocio a cambio de que regrese la paz y
la tranquilidad a las calles mexicanas. Es decir, el regreso a la Pax Narca del
viejo régimen.