Carlos Ramírez
El conflicto PRD-Morena no debe analizarse como un asunto de
ideas o de proyectos, sino que se debe enfocar como una disputa tardía pero
latente de la existencia del PRI: los dos quieren quedarse con el espacio
electoral que ha dejado el PRI en los sectores populares que dependen de los
presupuestos asistencialistas.
A lo largo de veintiocho años el PRD ha luchado por
apropiarse del espacio populista que dejó el PRI en 1992 cuando Carlos Salinas
de Gortari y Luis Donaldo Colosio lo estacionaron en el ámbito político e
ideológico del neoliberalismo. Es decir, que el PRD es hijo del PRI
progresista, pero PRI al fin; y López Obrador es un desprendimiento de la misma
placenta política priísta.
De ahí que la gran crisis del PRD y ahora Morena no sea una
crisis de la izquierda, sino una crisis entre grupos que nacieron con un pecado
original: Cuauhtémoc Cárdenas, López Obrador y Porfirio Muñoz Ledo mataron a la
izquierda socialista en aras de revivir al PRI. El error histórico de los
comunistas del PCM --hoy cómodos legisladores perredistas, antes luchadores
sociales en 1955-1975-- fue haberle cedido la herencia socialista-marxista de
la izquierda a los priístas cardenistas (de Cuauhtémoc).
En este contexto, la disputa PRD-Morena no es por la
ideología, ni por un proyecto nacional de desarrollo, ni por una alternativa
nacional, ni por rescatar a la izquierda, sino por el espacio suelto del
priísmo progresista. La vertiente socialista de la izquierda del PCM fue
derrotada, históricamente, por el modelo cardenista (del expresidente Lázaro)
de un socialismo sin clase obrera, bonapartista y cesarista, populista.
La propuesta de Morena y López Obrador es la del viejo PRI
alemanista-echeverrista, una mezcla de funcionalismo político con dominio
empresarial y populismo desmovilizador de grupos sociales marginados.
Al recibir el registro del PCM en 1989, el naciente PRD
tenía la consigna histórica de enarbolar desde el poder el proyecto socialista
definido por Arnoldo Martínez Verdugo --último secretario general del PCM--
como candidato presidencial comunista en 1982: una versión mexicana de
socialismo. Pero quienes se apoderaron del PRD fueron los miembros de la
Corriente Democrática del PRI, un grupo de progresistas tricolores ajenos a las
ideas del socialismo y del marxismo.
Los expriístas y post-neo-retro cardenistas del PRD y los
caudillistas del lopezobradorismo se mueven en el priísmo posmoderno: llegar al
poder con el apoyo popular, pero para servir a la clase empresarial
depredadora, lo que se confirma con los empresarios y neoliberales
salinistas-zedillistas incorporados ya a Morena y al lado de López Obrador.
Este modelo fue criticado y denunciado por Marx en El 18 Brumario de Luis
Bonaparte: un bonapartismo monárquico-cesarista apuntalado por las masas
populares descontaminadas de su condición de clase.
En este sentido, el PRD y Morena sólo aspiran a posicionarse
del 30% electoral populista que dejó el PRI para quedarse con el 30%
neoliberal, aunque el PRI utilice en momentos de crisis electoral las
propuestas populistas para evitar la deserción de grupos sociales esclavizados
políticamente por los presupuestos asistencialistas y con ello les quite a los
populistas perredistas-morenistas su principal oferta.
De ahí que la crisis PRD-Morena no sea una crisis de versiones
de izquierdas; se trata sólo de una disputa por votos cautivos de los
ciudadanos que dependían del viejo PRI. López Obrador aprovecha la orfandad
caudillista en el PRD y el neoliberalismo salinista en el PRI para engullirse
al partido fundado por Cárdenas.
Política para dummies: La buena política no se inventa día a
día, sino que es el producto de la progresión de hechos sociales.
Sólo para sus ojos:
Sin espacio político, el nuevo modelo educativo salió en el
vacío. Y los que creen que con esa iniciativa se recoloca al secretario de
Educación, Aurelio Nuño, en la lista de presidenciables, habrá que esperar la
reacción del mercado político.
La disputa por la coordinación de senadores perredistas ha
mostrado la falta de liderazgo y dirección política en el PRD. Los acuerdos con
el grupo político de René Bejarano a través de Dolores Padierna en nada ayudan
a la imagen del partido.
Muy importante la decisión de la Corte de validar el uso de
la fuerza policiaca en casos extremos, porque con ello contiene el abuso de los
grupos que protestan, pero también abre espacios para mayores abusos
policiacos.
El presidente Trump comienza a toparse con las paredes del
establishment de poder demócrata-republicano.
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