CARLOS RAMÍREZ/ INDICADOR POLÍTICO
En medio de la parafernalia nacionalista que exige el
rompimiento de relaciones con los EE.UU. y la pasividad institucional del
gobierno mexicano que se basa en la estrategia Rocky Balboa del punching bag
para cansar al adversario, la única salida viable al conflicto con Donald Trump
es el ejercicio de la autonomía en la búsqueda nacional de solución de los
problemas mexicanos.
Ahí se requieren cuando menos tres iniciativas:
-- Un plan de emergencia de seguridad en la frontera norte
con un muro interno que selle el cruce de indocumentados y evite inquietudes de
paso de terroristas. Este programa debería tender a reducir el tráfico de droga
a los EE.UU. para generar un colapso en el consumo del 10% de estadunidenses
drogadictos.
-- Un nuevo modelo de desarrollo basado en el relanzamiento
industrial y agropecuario impulsado por el Estado y más allá del consumo
nacional y en realidad en función de la construcción de un mercado interno
fuerte.
-- Y la congelación de los planes de cooperación y
asistencia con los EE.UU., sobre todo en materia de seguridad y crimen
organizado, pero a condición de una reorganización interna de la estructura
mexicana de inteligencia y seguridad nacional. En 1984 los servicios de
inteligencia de México se alejaron de la CIA y lograron acuerdos con el KGB
soviético y el Stasi de Alemania Democrática.
La ofensiva atrabancada de Trump no es nueva: en 1969 Nixon
cerró la frontera por narcotráfico y en 1984 y 1985 la CIA y el embajador
estadunidense John Gavin operaron una campaña para derrocar a Miguel de la
Madrid por su apoyo a los grupos rebeldes en Centroamérica. El tratado de
comercio libre se agotó en los saldos finales del mercado: los déficits
comerciales de los EE.UU. Sin embargo, las crisis sociales derivadas de las
crisis económicas han sido por la codicia de empresas y financieras
estadunidenses y por la incapacidad de los gobiernos de Clinton, Bush Jr. y
Obama para crear políticas de bienestar social más allá de las derivadas del
mercado.
Aunque afecta sentimientos por la agresividad y grosería en
el trato de Trump --con todos porque de manera agresiva le colgó el teléfono al
premier de Australia--, los estilos del nuevo presidente estadunidense están
redefiniendo el papel de los EE.UU. en su escenario nacional y en su escenario
internacional.
A México le tocarán tres efectos: fin de la integración
comercial, fin de la cooperación en estrategias bilaterales y regreso a los
nacionalismos. Sin embargo, el gobierno del presidente Peña Nieto parece tener
la esperanza --bastante lejana y por ahora escenario imposible-- de que Trump
entre en razón y que el apparátchik de la estructura de poder de la casa Blanca
comience a bloquear las decisiones aislacionistas del nuevo presidente.
El problema para México radica en que la política comercial
integracionista y globalizadora por sí misma y sin fortalecer la planta
industria y agropecuaria interna no fue una opción coyuntural de mercado sino
una ideología. De ahí que los consejos actuales de Carlos Salinas, Ernesto
Zedillo y Felipe Calderón no están viendo la urgencia de reconstruir la vía de
fortalecimiento industrial del mercado interno sino buscan la salvación de la
globalización como ideología neoliberal de mercado.
Pero la realidad es que se terminó el ciclo de la
globalización como objetivo y que como instrumento debe subordinarse a
políticas nacionales de desarrollo.
Política para dummies: La política es el arte de mantener la cabeza fría pero no congelada.
Sólo para sus ojos:
Hay indicios de que la versión de la conversación de Trump
con Peña Nieto fue filtrada por uno de los principales asesores de la Casa
Blanca con la intención de arrinconar a México. En el 2003 Fox le dijo a Fidel
Castro “comes y te vas” y el propio Fidel dio a conocer la grabación de la
charla para atacar al presidente mexicano.
Miedo en la comunidad hispana en los EE.UU., la que vive de
manera legal, por la furia de sectores raciales nacionalistas. Parece que nadie
estará seguro en los EE.UU.
Eso sí, han comenzado a disminuir ventas de negocios
comerciales estadunidenses por el bajo consumo de mexicanos. Comercio de la
frontera sur de los EE.UU. podrían cerrar ante el desplome de la demanda. Cada
vez que los mexicanos restringen sus compras, los negocios se desploman.
Ningún precandidato del PRI del 2018 está visible en el caso
Trump: o no los dejan o de plano no van a ganar. En cambio, López Obrador se
vistió como el defensor nacionalista y ha ganado votos.
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